Phillip Lim |
Hoy he tenido una gran bronca con un cliente, todo ha ocurrido por teléfono. Yo estaba en casa distraída, cuando recibo la llamada de un hombre que he nombrado aquí alguna vez.
A los lectores más fieles les sonará aquel tema del piso y del cliente que me lo iba a "regalar" a cambio de mis servicios a lo largo del tiempo sin tratar nunca más el tema de los precios, ya que el piso servía con creces como pago.
Era un tema complicado, y una locura que se le ocurrió a él solito, y que me trajo más quebraderos que alivio o felicidad. Para empezar yo vendo mi cuerpo, un rato, una tarde, un fin de semana, una semana que dure un viaje... Pero me costaba asimilar y definir un tiempo tan inexacto como el que se barajaba en ese negocio tan raro. Además la duda no sólo se cernía sobre mí, creo que es de esperar que el cliente también se viera ante la incertidumbre de qué pasaría si pone el piso a mi nombre y una vez hecho decido cerrar el chiringuito y no corresponderle por mil razones, al instante, a los dos años... nunca se sabe.
Además como es lógico las prostitutas, ni siquiera las caras, hacemos un contrato laboral del que valernos tanto nosotras como el cliente para tomar medidas legales si una de las partes falla. Con lo cual el "negocio" que él se esforzó en meter en nuestra relación y del cual yo ya tenía ilusiones a fuerza de escucharlo y valorarlo, se fue a pique por las razones que ya he mencionado, era algo muy inseguro para el cliente y no había equilibrio entre el riesgo y el beneficio.
Una pantomima inventada, quizás no con malicia, por mi cliente. Cuando se cayó el negocio, ambos nos avergonzábamos del asunto y no hemos vuelto a quedar. Después de tanto supuse que habría encontrado a otra chica con la que empezar de cero y no volvería a saber de él, pero me ha llamado hoy.
El tono de su conversación era a la defensiva! ¿Por qué? Si soy yo la engañada y la que podría quejarme de haber recibido una oferta que no pude jamás aceptar porque me la quitaron súbitamente de delante. El caso es que es cierto que yo no fui tan amable como suelo ser, pero él tampoco parecía muy dispuesto a dar el primer paso hacía la normalización de la relación. Fue seco.
- El negocio no pudo ser, tienes que entenderlo.
Y lo dijo así con un tonito enervante, como si hubiera sido yo la que le hubiera pedido el piso, como si estuviera yo obsesionada y no quisiera entrar en razón encaprichada por el piso. Me puso de mal humor, y por más que quise no podía sentirme a gusto.
Me llamó de todo menos bonita. Y aunque es cierto que yo no estaba muy receptiva a él, tampoco es que le tratara mal, fui correcta, sin más, pero tampoco menos. Cuando las ganas de citarme con él se me fueron del todo... se enfadó. Y lo más gracioso es que después de haberme insultado cuando yo le digo que no quiero citarme va y no lo entiende!
Sigo algo alterada y sólo me tranquiliza que mañana cuando me levante esto será una chorrada pasada y me importará un comino.
Buenas noches a todos.
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