La punta del zapato: El sitio de intercambio
DIARIO DE UNA ACOMPAÑANTE DE LUJO DE MADRID

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miércoles, 22 de diciembre de 2010

El sitio de intercambio

Alejandro Ingelmo
Hoy es la primera vez que voy a ir a un local de intercambio, no sé muy bien qué quiere mi cliente, pero soy muy abierta, aunque claro, tengo mis límites, hemos quedado a las 23:30, falta más de una hora y ya he avisado a mi taxista preferido, tenemos una especie de acuerdo, yo le llamo cuando necesito un taxi y el acude, así él tiene clienta y yo taxi. Llegará a las 23:00 más o menos.

Estoy algo nerviosa por el tipo de sitio, sé de qué va el asunto, pero no sé de qué nivel será, no sé que ponerme, no quiero ir demasiado arreglad ni demasiado de trapillo. Espero acertar.

Me sorprende que siempre los más exhibicionistas son los más "desfavorecidos" físicamente hablando.

En fin, volveré en un par de horas y os contaré.

.... Al día siguiente....

Llegué a la una y pico y no me apetecía ponerme a escribir porque tenía mucho sueño. Fue una noche rara, el sitio no me gustó mucho, la gente se comportaba como psicópatas. Por supuesto me encanta la libertad en el tema del sexo, pero es que la gente se comportaba de una manera muy forzada, no me pareció natural la verdad, al menos todo estaba limpio.

Alejandro Ingelmo
Todo el mundo iba en ropa interior, todos me miraron en cuanto entré y disimuladamente me siguieron durante todo el tiempo que estuve allí, tenía la impresión de que sabían que yo era una chica de compañía porque no me comportaba como una chica de mi edad en ese sitio tan sórdido. Mi cliente y yo nos metimos en una sala de unos 5 metros cuadrados donde había un sofá y una televisión donde ponían porno, muy elegante.

Después de un rato de charla y de observación fuimos a otro reservado distinto, este tenía un tatami y ya está. Allí hicimos un 69 y después acabé masturbándole muy suavemente, sólo le acariciaba más bien y eyaculó. Él me hizo sexo oral hasta que tuve un orgasmo, me habló de lo bien que había estado y fuimos a la barra otra vez, pedí un zumo. Entonces nos fuimos al jacuzzi con nuestras bebidas. Como era de esperar estuvimos solos poco tiempo, enseguida se lleno de hombres... y mi cliente presumió llamando mi atención, haciéndome reír y poniendo mis piernas encima de las suyas. Estuvimos allí 20 minutos. Después nos fuimos a casa. Quiere verme otra vez.

Prefiero no volver a un local así, pero no ha estado tan mal, ha sido interesante.


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