Jean-Michel Cazabat |
Hoy ha sido una noche de trabajo fácil, me he citado en la casa de mi cliente, he llegado sin joyas ni bolso, con una chaqueta de piel de chinchilla que me regaló él, ideal para estos fríos, un pañuelo que también me regaló él, dos camisetas, una de ella térmica pero muy mona, medias térmicas, pantalones vaqueros y botas de tacón (parecidas a las de la foto pero de color mostaza, pero con la suela así como de botas de montaña y con cordones) y ropa interior de Hello Kitty.
Hacía mucho que no le veía, quizás desde febrero o así. Cuando empecé como escort me puse ciertos límites, la edad de este cliente era uno de ellos, pero me engañó cuando quedamos la primera vez hace un año y medio más o menos. Nunca hemos tenido sexo, ni lo tendremos, aunque él intenta de vez en cuando sacar el tema por si cuela, pero no colará. De todos modos él está agradecido de mi compañía y se comporta como un auténtico caballero, yo disfruto mucho de los gestos que tiene, es como estar en otro tiempo, pero el límite es algo que nunca podrá cruzar, porque el botox aún no ha llegado a tanto.
Hemos salido a cenar a un sitio elegantísimo y ha presumido de su teléfono nuevo... se sentía la mar de juvenil con su smartphone. He sentido ganas de ver mi blog en el teléfono, pero me he reprimido, cómo es nuevo aún tengo ese sentimiento de novedad y de querer compartirla. He cenado sopa y pescado, no he querido postre.
DKNY |
Hemos vuelto a su casa y se ha servido un whisky con agua y hielo y a mí me ha servido un té de frutas. Hemos estado hablando de "mi futuro", se ha puesto en plan padre y se ha preocupado de mi trabajo, de si tenía problemas económicos y tal. No me gusta mucho esa situación, cuando estoy con un cliente prefiero no sacar el tema de mi profesión, claro que no es un secreto para ellos, evidentemente, pero me gusta darles pie a que jueguen con la situación que les brindo, que es para lo que me pagan, para ser su novia perfecta durante el tiempo que dure el contrato. A muchos les gusta estar con una prostituta y hacer sexo sin más, les excita, pero muchos otros me llevan a restaurantes, al cine, al teatro, a reuniones con amigos, de fin de semana, de viaje... y sé ser la novia que desean. El caso es que mi cliente me ha preguntado por mi situación y decir que va mal sería, además de mentir, sería deprimente, y decir que me va bien es decir que me lío con un montón de hombres, con lo cual en cualquier caso sale a relucir lo puta que soy y si él fuera otro no me importaría tanto, pero me trata como a una dama y sí, me molestó que se rompiera la juego.
Le dije que me iba muy bien.
Al despedirse me dio dos besos en la mejilla y dijo eso que siempre dice cuando me paga: "Mételo en la cuenta de la universidad de los niños".
Tiene gracia que no sea el único que dice algo así, no sé si lo dice algún hombre elegante de alguna película que yo no he visto pero más de uno y más de dos dice esas cosas, como "Mételo en la cuenta conjunta", "Esto es lo que te debía de la compra", "Toma, para que pagues el colegio"...
Seguro que durante la vida de este blog alguno lo dice y os lo digo. Normalmente cobro por adelantado, pero los clientes habituales son de fiar y una ya sabe con quién sí y con quien no puede relajarse, ni siquiera lo conté, le dediqué la mejor sonrisa de mi repertorio y cerré la puerta del ascensor. Atravesé el gran portal y me senté en un sillón en penumbra, si me llega a pillar alguien con los billetes me muero allí mismo, pero quería contarlos, es una mala costumbre que tengo pero contar billetes verdes o amarillos es algo que no puedo evitar si los tengo a mano. Había 500€ de más. Se me mezcló una sensación de alegría y tristeza. No sé explicarlo ahora, quizás mañana lo retome para poder decir qué sentí de verdad.
Ahora tengo que dormir, se me cierran los ojos.
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