Los zapatos de iniciación

Burak Uyan

Vengo del gimnasio muy relajada y motivada, ya he recibido las primeras opiniones sobre mi blog, claro que son de gente que conozco y a la que avisé de la existencia de esto.

Os contaba que Carmen me introdujo en este mundillo de las acompañantes, me cuesta mucho decir eso de prosti (y lo que sigue), sí es un tanto hipócrita, pero es que o es que las verdades ofenden o es que para mí no es lo mismo ser prosti (eso) que lo que yo soy. Sí es lo mismo... bueno, da igual.

Carmen me introdujo en esto cuando a ella ya le iban muy bien las cosas, pero antes voy a contároos como conocí a Carmen, ya sabeís que trabajamos juntas en la boutique e hicimos muy buenas migas las dos, una noche me llevó a su discoteca preferida, Gabana, relativamente cerca de la tienda en la que trabajábamos, por aquel entonces yo aún no sabía que Carmen era algo más que dependienta de la boutique y es más, como me confesó más tarde lo de la boutique era una tapadera, en realidad trabajaba sólo media jornada pero así mantenía las apariencias frente a su familia y en clase.

En Gabana conocí a mi primer novio desde que llegué a Madrid, se llamaba Javier, y como casi todos los chicos de Gabana era un buen partido. Lo nuestro duró cuatro meses, la verdad es que fue una época genial. Pero todo acabó cuando descubrí que me ponía los cuernos día sí y día no. Fue un duro golpe para mí, yo le quería.
Entonces Carmen para animarme me regaló unos zapatos muy parecidos a los de la imagen de este post, carísimos, eran suyos, pero se los había puesto sólo un par de veces, la suela estaba impecable. Fue entonces cuando descubrí que Carmen no era una simple dependienta de media jornada, tuvimos un tira y afloja con respecto a los zapatos, a mí me encantaban pero los rechazaba, ella me insistía, hasta que le dije que eran muy caros para regalármelos. Carmen reflexionó y me confesó cómo ganaba tanto dinero, pero ni se me pasó por la cabeza hacer lo que hacía ella en eso momento. Eso llegó después.